
Logroño, 16 de septiembre de 2016.- Acabamos de recibir noticias de nuestros programas de apadrinamientos en Angola. No nos olvidamos de estos niños, que van a la escuela, crecen, algunos dejan de estudiar y empiezan a trabajar, se hacen mayores…. Y otros niños llegan. SIempre otros llegan. Siempre hay necesidades en Angola.
Las noticias hablan tanto del crecimiento económico de Angola como de una crisis actual; y ambos fenómenos afectan, de manera positiva o negativa, a la vida de las personas que luchan por sacar adelante sus estudios o su trabajo. Lubango y Tômbwa, donde están localizados los niños que apadrinamos, se encuentran muy lejos de la capital, Luanda, donde las mayores transformaciones tienen lugar.
Conectarse a internet todavía no resulta una tarea fácil y, a veces, pasan meses antes de que las coordinadoras de nuestros programas puedan escribirnos un correo electrónico para informarnos de los niños de los que tanto nos acordamos. Aquí tenéis algunas de las últimas noticias…
LUBANGO
Bernardete, la directora del hogar de niñas de la ANSD, sufre a menudo problemas de salud que le impiden dedicarse todo lo que quisiera a la vida del hogar. Sin embargo, ahora ya se encuentra mejor. Se queja de que los precios de los alimentos han subido mucho, y por eso ahora no puede acoger a tantas niñas como antes. Este año tiene 56.
La escuela que ha construido al lado del hogar está funcionando y la asociación Nossa Senhora das Dores (ANSD) recibe cierto dinero por el alquiler de esta escuela. Además, dice que gracias a ella puede escolarizar a todas las niñas del hogar cerca de casa, para que no tengan que depender del transporte escolar. El proyecto de Bernardete es ampliar la escuela y gestionarla desde la propia ANSD, como hacía en el antiguo edificio donde vivían. Para ello ha empezado ya las obras, pero se detienen cuando no cuentan con el dinero necesario.
TÔMBWA
La hermana Vitoria Eloelda, coordinadora del programa de apadrinamientos en Tômbwa, nos habla a menudo de las mejoras que se están llevando a cabo en el pueblo. Sin embargo, la situación de partida era de una miseria tan extrema que las mejoras no permiten aún prescindir de nuestra ayuda.
En uno de sus últimos correos la hermana Vitoria nos habla de las fábricas de conserva y congelado del pescado, que eran antes de la guerra (es decir, hace medio siglo aproximadamente) el principal negocio de Tômbwa.
Con la llegada de la guerra los europeos abandonaron las fábricas, los negocios se quedaron parados y los edificios vacíos. Entonces empezaron a llegar refugiados de guerra de otras partes del país, que al no contar con otros medios se instalaban en los edificios abandonados. Por lo general cada habitación, por muy pequeña que fuera, se convertía en la vivienda de una familia, por muy grande que esta fuera. Y así han vivido durante años.
El año pasado el Gobierno de Angola emprendió la tarea de rehabilitación de las empresas de pescado, y a cada familia que se alojaba en ellas le otorgó 15 chapas de zinc y un terreno para construir una casa propia. Esta donación, considerada un privilegio, también ha afectado a algunos de los niños de nuestro programa de apadrinamientos, que por primera vez cuentan con una “casa”, aunque la temperatura que puede alcanzarse dentro sea insoportable.
Otra consecuencia de esta iniciativa del Gobierno es la formación de nuevos barrios en Tômbwa. Las familias se han trasladado a otras partes del pueblo, y eso también ha supuesto una tarea extra para las coordinadoras de los apadrinamientos, que han tenido que localizar a cada uno de los niños trasladados.
La noticia negativa en Tômbwa viene también de la mano de la inflación. Los precios están aumentando continuamente, hasta tal punto que las coordinadoras están asustadas. Dicen que ahora un kilo de harina de maíz, que es la base de la alimentación, cuesta 250 kwanzas (1,36 euros). Así, si en 2011 cada niño apadrinado recibió 125 kilos de harina de maíz, más arroz, aceite, jabón, dinero y un largo etcétera, hoy en día los 125 kilos de harina de maíz costarían ya 170 euros, que es gran parte de lo que cada padrino aporta.